3 de agosto de 2015

¿Qué nos queda?


En la madrugada del 31 de julio fueron asesinados el fotoperiodista ‪‎Rubén Espinosa, Yesenia Quiroz Alfaro y ‪Nadia Vera junto con dos mujeres más. Hoy me duele no estar allá en el Ángel de la independencia exigiendo justicia con ustedes. Solo puedo compartirles lo que desde acá se siente, lo que desde aquí se mira. 


¿Qué nos queda? Aguantar el embate autoritario con dignidad, levantarnos contra el imparable espiral de violencia, dejarnos de juegos “democráticos” que en veinte años no han tenido ningún resultado. Es momento de exiliar a la muerte violenta de este país y que con ella se vayan todos los que directa o indirectamente la propician.

¿Qué nos queda? Aceptar que la apatía también asesinó a Rubén, a Yesenia a Nadia y a todas aquellas personas que no debieron morir. 

¿Qué nos queda? Buscar caminos de unidad frente a la exigencia de justicia. Hoy, gritarle al mundo que en este país se calla periodistas ya no es suficente. Es momento de organizarnos en nuestro cotidiano, de dejar de ser el país que no tiene fondo ante la violencia y la indignación.

¿Qué nos queda? Esta digna rabia, que deberá ser el motor para demostrarnos que México puede tener un destino distinto al planeado por las élites políticas, donde el asesinato de ningún periodista, estudiante, activista será permitido; por el contrario será juzgado social y jurídicamente, pésele a quien le pese.

¿Qué nos queda? La memoria colectiva, principal enemiga de este gobierno que sistemáticamente apela al silencio institucional para hacer frente a la violencia. Nos quedamos nosotros para reconstruir un país sangriento, para que la violencia deje de ser el día a día.

(Foto: Rubén Espinosa/SinEmbargo)

29 de noviembre de 2012

Para abrir boca ahora que empieza el electo...


Para abrir boca ahora que empieza el electo...

Jóvenes y violencia en México: la agenda urgente y pendiente.

A partir de la alternancia electoral en México, se abrió un periodo que dio entrada a un nuevo proceso de aprendizaje y de manejo de las organizaciones criminales. Terminada esta etapa empezaron nuevos brotes de violencia que se incrementaron estrepitosamente en el último sexenio. El tema de la seguridad y los retos de las poderosas organizaciones de traficantes no fueron prioritarios para la clase política en los primeros años de la transición.[1] El resultado es que en tan solo seis años se han registrado más de 60 mil homicidios por presuntos grupos de delincuencia organizada dispersos por casi todas las entidades federativas, más de 300 mil desaparecidos según cifras de CIDAC[2] y de acuerdo con el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) hasta marzo de 2011 se estimaron más de 40 mil huérfanos por el combate al narcotráfico. Ello muestra que la problemática de la violencia no está aislada ni se refiere a una zona geográfica del territorio nacional ni a un grupo específico de edad; ha permeado en todo el territorio nacional y tiende a ser creciente.

Este artículo busca dar al lector un esbozo de lo que ha sucedido en los últimos años con el fenómeno de la violencia y su estrecha relación con la juventud en México. En un primer momento se presentará la situación actual entre la violencia y los jóvenes a partir de los datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Posteriormente se plantearán las posibles causas de esta problemática; se desarrollarán algunas consecuencias de este fenómeno -tomando en cuenta las políticas implementadas por el gobierno de Felipe Calderón- y finalmente se darán algunas conclusiones y propuestas al respecto. 

Situación actual de la violencia y los jóvenes

La situación violenta que en México vivimos se ha tornado en un tema aún más grave para la juventud. Aunque al inicio del sexenio de Felipe Calderón hubo un decrecimiento de los homicidios, a partir de 2008, las cifras han aumentado sistemáticamente, incluso sobrepasando los niveles más altos registrados en 1992, durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari. Dos posibles explicaciones a la violencia en ese periodo las da Phil Williams, en su texto “El crimen organizado y la violencia en México: una perspectiva comparativa”. La primera es que pasando la década de los ochenta, la violencia fue más abierta. Ejemplo de ello es que “en 1993, el Cardenal Juan José Posadas Ocampo fue acribillado en el aeropuerto de Guadalajara cuando la organización Arellano Félix y la pandilla 30th Street Gang, de San Diego, intentaron sorprender al Chapo Guzmán”[3]. La segunda se refiere al  ajuste de cuentas constante entre organizaciones criminales las cuales nunca se han caracterizado por trabajar tranquilamente, es decir, sin violencia en lugares públicos.
A partir de este sexenio, como ya se mencionó, la violencia se recrudeció sobretodo para jóvenes de 15 a 29 años. A partir de 2008 prácticamente se duplicó la cantidad de homicidios con respecto a 1990. La siguiente gráfica muestra tal aumento y permite dar cuenta que la violencia ha aumentado casi en la misma magnitud en los grupos de edad de 15 a 19 años y de 20 a 24 años mientras que para jóvenes de 24 a 29 años de edad presenta un incremento un poco mayor.[4]
 

Existe una correlación entre los homicidios vinculados a la delincuencia organizada y los perpetrados a jóvenes, la cual muestra que en la mayoría de las entidades federativas existe un nivel alto, y en los casos donde se mantienen bajos también ha habido un crecimiento. 

Ahora bien, si se analiza la información por entidad federativa, los resultados presentados indican que los tres casos donde se presenta el mayor número de homicidios son: Chihuahua, Sinaloa y Estado de México, siendo que los dos primeros tienen tres veces menos población que el tercero, lo que muestra que esta problemática no se puede analizar en función del tamaño de la población de cada estado pues las dos entidades que tienen más población después del Estado de México (Distrito Federal y Jalisco) no presentan estos niveles de homicidio. El siguiente gráfico muestra los datos mencionados.[5]
 


De los tres casos que presentan el mayor nivel de violencia en jóvenes sólo Chihuahua tenía un nivel relativamente bajo de homicidios en 1990, en los otros dos se han mantenido.
Sin embargo, esta no es la única problemática vinculada con la violencia. Otro fenómeno prácticamente igual de grave tiene que ver con jóvenes detenidos y procesados por las autoridades judiciales. Tan sólo en el 2009, unas 205 mil personas fueron procesadas ante un juez de primera instancia; casi la mitad eran jóvenes entre 18 y 29 años.[6] Ello muestra que ahora los jóvenes no sólo tienen enfrente una problemática de inseguridad por el entorno inmediato, también son los principales blancos para ser detenidos por las autoridades donde los juicios no se llevan a cabo ni en tiempo ni en forma.

Causas y consecuencias
 La violencia y la juventud presentan una relación casi simbiótica, pero la primera sólo es la consecuencia de una serie de políticas unidimensionales y excluyentes para los jóvenes, la cual sólo aborda su problemática con medidas paliativas y punitivas que no la resuelven de fondo.
¿Qué fue lo que sucedió en nuestro país? Muchos autores plantean que México siempre ha sido violento, que es una característica nuestra. Me niego a aceptarlo. Esto únicamente responde a la poca capacidad de las autoridades para abordar este problema y a que las medidas implementadas por los sexenios anteriores han sido insuficientes e ineficaces. Insuficientes porque los programas de gobierno que buscan reconstruir el tejido social no se les ha dado la importancia –en términos presupuestales-, e ineficaces porque las políticas de seguridad seguidas hasta ahora, como el combate a las drogas, la ley de narcomenudeo y las diversas reformas al código penal federal y de procedimientos penales, sólo han agravado la situación que de por sí era seria, persiguiendo más a quienes cometen delitos menores y deteniendo menos a quienes verdaderamente violan la ley con delitos de alto impacto.
Las consecuencias en este sentido son sustantivamente graves. Si en este momento se modificaran las estrategias, perderíamos una generación en términos económicos y sociales; si solo se hicieran ajustes, podríamos hablar al menos de dos o tres más.
En términos económicos, el bono demográfico prácticamente se agota sin darnos cuenta; aquellos programas presupuestales que podrían no sólo disminuir la violencia sino también generar mejores oportunidades para la juventud se han sustituido por políticas punitivas de seguridad.
Se entiende que se busque disminuir el tráfico ilegal de drogas, es comprensible que persigan a las organizaciones criminales, lo que no es concebible es que la estrategia sea tan costosa y con resultados negativos. Ésta no ha permitido invertir en otro rubros que a largo plazo traerán resultados mas benéficos para la sociedad; es injustificable que una estrategia enfocada en recuperar la seguridad de los mexicanos nos ponga en un riesgo mayor al pasar los años.

Conclusiones y propuestas para disminuir la violencia en jóvenes.
La problemática planteada muestra que para resolverla es necesario por un lado, generar políticas transversales con perspectiva juvenil, fortalecer la participación política de los jóvenes en espacios de toma de decisiones para incluir su perspectiva; y por otro, tomar en cuenta, como afirma el investigador Luis Astorga, que “el diseño de una Política de Seguridad de Estado va más allá de pensar en policías y militares, hay que hablar de la situación económica del país y su inserción a nivel internacional, de la relación con Estados Unidos, de la pirámide demográfica que incluye a muchos jóvenes desempleados”.[7]

Por lo anterior el reto que tiene ante sí el siguiente gobierno es de magnitudes estratosféricas: no sólo se trata de reducir los índices de violencia que se tienen actualmente, se trata de generar contrapesos asumiendo que las tareas de seguridad no son suficientes para combatir este fenómeno. Se tiene que dar prioridad presupuestal a programas educativos y laborales que permitan que la juventud tenga posibilidades para decidir qué camino tomará, y delinquir no sea su única opción. En este sentido se deben buscar alternativas a la reclusión para delitos menores que impliquen otro tipo de actuación por parte del Estado. Es decir, la cárcel no puede ser la única opción para tratar a la población juvenil que comete algún acto ilícito. Hay que ser más estratégicos y considerar experiencias internacionales exitosas como es el caso de Portugal que al despenalizar la portación de drogas hace diez años, redujo sustantivamente sus índices de violencia.[8] 

Hasta este momento el presidente electo no ha dado declaraciones contundentes que vayan enfocadas a modificar sustancialmente el rumbo actual de las políticas de seguridad y de las que están relacionadas con jóvenes. La coyuntura política y la problemática actual exige que el nuevo gobierno no sólo se pronuncie al respecto, sino que utilice los errores del pasado para modificar el presente. La agenda política que sigue el equipo de transición debe tomar en cuenta este fenómeno, actuar responsablemente, hacer un diagnostico profundo de la situación y asumir que esto no es un tema más, es un pendiente urgente para que el país salga de la espiral de violencia que vive día con día.





[1] Astorga Luis, México: transición democrática, organizaciones de traficantes e inseguridad, entrevista en Razón Pública, Colombia, 18 de mayo de 2009.
[2] Centro de Investigación para el Desarrollo Comunitario AC.
[3] Williams Phil, “El crimen organizado y la violencia en México: una perspectiva comparativa”, ISTOR No. 42, México, 2010, p.19.
[4] Elaboración propia con información de INEGI, Estadísticas de homicidios dolosos por grupos de edad 1990-2010, México 2010.
[5] Elaboración propia con información de INEGI, Estadísticas de homicidio por grupos de edad y por entidad federativa1990-2010, México 2010.
[6] INEGI, Estadísticas a propósito del día internacional de la juventud, Aguascalientes, México, p.26.
[7] Astorga Luis, Para terminar con la violencia en México se requiere un pacto político, entrevista en Desde abajo tecnología de información y comunicación ciudadana a.c., junio 2011.
[8] Para consultar a detalle el caso de Portugal sugiero Glenn Greenwald, Drug decriminalization in Portugal: lessons for creating fair and successful drug policies, Cato Institute, USA, 2009. 

25 de febrero de 2012

El miedo a cambiar de rumbo

Hace cien años que la prohibición de drogas inició. Durante este tiempo hemos sido testigos de una de las políticas mas ineficaces, violentas y costosas de la historia.  Hace unos días México Unido Contra la Delincuencia (http://www.mucd.org.mx/forodrogas/ ) organizó un foro para hacer una evaluación de lo que ha sucedido en México y el Mundo con el fenómeno de las drogas.  En los tres días de debate rescato tres ideas sobre el diagnóstico al status quo (prohibición de drogas):
1)Las políticas implementadas para reducir la oferta de drogas de la mayoría de los países no han logrado su objetivo, por el contrario han incrementado. 
2)La violencia vinculada al narcotráfico ha sido muy costosa para la gran mayoría de los Estados y no solo económicamente, también social y políticamente. 
3)El consumo de substancias ilegales ha aumentado en algunos casos y en otros se ha mantenido. 

México no es la excepción, los tres supuestos de la política prohibicionista se han presentado:

Para las primeras dos existe información que nos permite hacer un análisis de los que ha sucedido. En los último diez años la cantidad de aseguramientos de droga, específicamente de marihuana, se ha mantenido  pese al abrupto aumento del presupuesto: el Gobierno Federal en su informe de gobierno reportó que en 2001 aseguraron 2050 toneladas, en 2005, 1796 y en 2010, 2333.  
Una de las formas de medir la violencia es por el número de homicidios en territorio nacional. Desde que se tiene registro (diciembre de 2006) de las muertes relacionadas con la delincuencia organizada los asesinatos han aumentado año con año hasta sumar 43,816 en lo que va del sexenio (1). 


Para el tercer caso resulta imposible hacer una medición nacional actual debido a que no existen datos recientes que permitan evaluar el aumento o la disminución del consumo de drogas en este sexenio ya que aunque el Secretario de Salud anunció en febrero del año pasado que los resultados de la VI Encuesta Nacional serían publicados a finales de 2011 esto no ha sucedido. 
Pero tomando en cuenta los datos de las encuestas anteriores de la ENA  considero que en la prevalencia del consumo de substancias ilícitas  hay un aumento en el consumo  que no representa mas del 5% en algunas substancias pero eso sí, fue una de las razones mas importantes que dio el poder ejecutivo para fortalecer la estrategia contra el narcotráfico. 



Con estos datos podemos ver que a pesar de los grandes esfuerzos económicos, sociales y políticos por combatir el uso y el tráfico de drogas la estrategia no ha funcionado, a pesar de ello la idea de seguir luchando a partir de la prohibición persiste no solo en los políticos, también en la opinión pública y es que siempre los cambios de rumbo generar oposición por una gran parte de la sociedad, incluso sabiendo que hay muchas razones o argumentos que muestren que las cosas no están mejorando.

Han existido muchos fenómenos que han obligado a los Estados ha revertir sus decisiones por presentar  resultados negativos, violentos, en México, por ejemplo antes de las reforma para legalizar la interrupción del embarazo se estimaba que el 14 % del total de las muertes por abortos mal practicados se presentaban en el Distrito Federal. Frente a este contexto llegaron las reformas y según una encuesta realizada en 2007 solo el 38% de los citadinos  estaba de acuerdo con la interrupción legal del embarazo; dos años después de aprobarse, mas del 70% avalaba la reforma (2). 

Si, todo acto violento e injustificado por parte del Estado  ha sido doloroso y ha representando un reto para la sociedad, en algunos casos hemos estado a la altura de la situación, haciendo que el miedo a cambiar se convierta en la razón principal para querer un mundo mas parejo, equitativo,respetuoso y pacífico. Las drogas y su regulación no pueden ser la excepción, por el contrario, debe ser otro ejemplo mas para romper nuestros propios miedos, ser honestos y aceptar que si la estrategia actual no ha funcionado nunca es tarde para cambiar el rumbo. 
___________
(1) Elaboración del Programa de Derecho a la Salud-CIDE, información de Presidencia de la República hasta 2010 y Procuraduría General de la República para 2011, Base de datos por fallecimientos por presunta rivalidad delincuencial, Enero 2011. La información del 2011 está actualizada hasta septiembre. 


(2) Population Council México-Ipsos Bimsa,Comparación de hallazgos clave de Encuestas de Opinión llevadas a cabo en el DF en los años 2007, 2008 y 2009, México, 2009, p. 3. 



23 de noviembre de 2011

Los costos de nuestra guerra

Comparto un articulito que me publicaron en el diario AM

En México, la política represiva contra las drogas comenzó hace varias décadas.
A partir de este sexenio, el gobierno federal emprendió un combate frontal sin
precedentes utilizando al ejército y a toda la batería de policías argumentando que
la seguridad de los mexicanos debía recuperarse.

A cinco años de su gestión el resultado es alarmante: más de 40,000 muertos
por el combate a la delincuencia organizada. Asesinatos entre los grupos
ilegales, personas ultimadas por fuerzas gubernamentales, ataques violentos a la
sociedad civil y de acuerdo con el DIF hasta marzo 2011 se estiman mas de 40 mil
huérfanos. En general, el número de homicidios aumentó estrepitosamente en casi
todas las entidades federativas, por lo que la problemática de la violencia no es
aislada, ha permeado en todo el territorio nacional y tiende a ser creciente.
Por otro lado las detenciones por delitos contra la salud en la modalidad de
consumo han aumentado, mientras que los peces gordos siguen sueltos. El Estado
de Guanajuato es una muestra de quienes son los que viven el injusto y exagerado
encierro; tan solo del 2000 al 2010 fue una de las cinco entidades con mas
detenidos por delitos contra la salud en esta modalidad. También el número de
consumidores de drogas ilegales ha crecido en los últimos años. Principalmente en
el consumo de cannabis, cocaína e inhalantes.

Se entiende que se busque disminuir el tráfico ilegal y es comprensible que
persigan a las organizaciones criminales; lo que no es concebible es la estrategia
tan costosa para perseguirlos que no ha permitido invertir en otro rubros que a
largo plazo traerían resultados mas benéficos para la sociedad. Es injustificable
que una estrategia enfocada en “recuperar la seguridad de los mexicanos” nos
ponga en un riesgo mayor al pasar los años.

Este gobierno ha criminalizado a consumidores y ha violentado todas las entidades
sin dar opciones realistas para salir adelante, mientras otros países (que no son
muy distintos al nuestro) buscan reducir los daños. Hace una década Portugal
decidió eliminar la criminalización a todo tipo de substancias, incluyendo la
heroína y la cocaína. Pese a todos los pronósticos contrarios disminuyó sus niveles
de violencia y fue el país que presentó el menor uso de drogas, como la marihuana
en todo Europa.

Existen alternativas. Recuperar experiencias exitosas, identificar que existen
posibilidades distintas frente a la actual política de drogas, tener presente que
los muertos son de todos y el dolor de un preso debiera ser el dolor de todos.
Hoy vivimos de luto pero no solo por los que se fueron sino por los que vendrán.
Habrá que replantear la estrategia y tomar en cuenta que el consumo y el tráfico de
drogas son una realidad. Reconocer que las medidas punitivas no han funcionado
como se tenía previsto.

2 de septiembre de 2011

La historia de los callados


        Hoy hago un alto en el camino, hoy no los nombro ni los numero. Simplemente trato de reflexionar frente a los datos, los estudios y la tantísima cruda realidad que cada día nos da un baño con sabor a hierro. He criticado muchas veces  la tan mencionada guerra contra el narcotráfico, he gritado porque no prohibirla y porque sí buscar alternativas, pero hoy no me da la gana. Hoy mi afán es simplemente contar la historia de los callados, de aquellos que viven tras lúcidas rejas que solamente muestran el oscurecer del destino innombrable. 

Son ellos, los otros, los que están ahí sin saber siquiera como llegaron,  al preguntar por qué te trajeron, qué hiciste,  basta una mirada para entender que la pregunta es incomoda, su respuesta es mecánica, porque sí responde. Son víctimas del pasado, victimarios del presente. A su corta edad pareciera que la vida les tomó por sorpresa, las cicatrices son arrugas que muestran la tantísima experiencia de los años, pero sin tenerlos, son ellos los presos, nuestros presos chiquitos. 

Hace tiempo tuve la oportunidad de charlar con algunos de ellos, todos relacionados con la venta, posesión o consumo de drogas. El centro en el que se encontraban parecía una estancia de fin de semana con la ligera diferencia que al llegar el lunes, el portazo sonaba en sus conciencias. Para algunos la cárcel parecía justo, no hay un "reacomodo" en el camino, otros, no entendían ésta justicia como parte de su vida, solo buscan retomar su ritmo pronto. En medio de estos dos mundos hay un dormitorio que día con día vive las diferencias y las similitudes del peso de las leyes. 


Las cifras nos muestran como el gobierno en turno agrupa montones de gente tras los barrotes con delitos que no son graves, haciendolos ver imperdonables: de 2001 a 2006 Presidencia de la República reportó 79,595 detenidos por delitos contra la salud, de esos mas del 90% eran "colaboradores y distribuidores al menudeo"(1). La historia en este sexenio va por el mismo camino o por uno aun peor. 


Muchos de los chicos con los que me reuní muy probablemente son parte de estas cifras, pero lo que duele, lo que arde, no es su estancia en ese solitario, pero poblado lugar, sino las razones por las que están ahí. 

Y nosotros pensando en estrategias numéricas, en decirle a los dirigentes o "representantes" como cambiar el rumbo del camino equivocado. Mientras allá adentro se forjan ejércitos sin consuelo. A los pocos años de edad no tienen el derecho real a estudiar; la posibilidad, la opción de decidir que camino tomar, pero si la obligación de cumplir penas para ellos y sus familias,  se busca rehabilitarlos, cuando ni inadaptados son. No es que sean víctimas, sino que esta situación nos obliga a reflexionar seriamente por qué legislamos así, por qué están ellos ahí y no los que les dan instrucciones, por qué? 

(1) Programa Nacional de Drogas, Acciones y Resultados Memoria Sexenal 2001-2006.